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Hace 15 años, Zar Amir Ebrahimí se convirtió en una intocable por la traición de un amante. Ayer alcanzó la gloria con Holy spider’

«¡Lo tenemos! ¡El CD porno de Zar Amir Ebrahimí! ¡Cómprenlo aquí!», gritaban los manteros por las esquinas de Teherán. En Irán no se hablaba de otra cosa. Así hundieron la carrera de una joven y prometedora actriz justo cuando despuntaba. De la noche a la mañana, Ebrahimí, protagonista de series televisivas populares, fue empujada al ostracismo social. El culpable fue alguien cercano que cometió lo que hoy llamamos revenge porn. Pero fue ella quien lo tuvo que pagar y marcharse del país.

15 años después de aquel revés, Ebrahimí levantó el premio a la mejor interpretación en Cannes por su papel en Holy spider. Una película en la que la actriz, convertida en una tenaz periodista, rinde cuentas -en la ficción y, metafóricamente, en la realidad- con uno de los renglones oscuros de la República Islámica. Su victoria remachó un festival con sabor a azafrán y femismo. Por la alfombra se pasearon, además de Zar Amir Ebrahimí, Taraneh Alidustí y Golshifteh Farahaní.

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